Una de las opciones más eficientes cuando tu empresa ha adquirido activos durante el último ejercicio fiscal es la amortización degresiva, una alternativa al método lineal que te permite una mayor deducción en los primeros años de vida útil de tu activo. Además, la este método de amortización puede aplicarse tanto a activos nuevos como a activos usados, lo que facilita flexibilidad a la empresa a la hora de planificar la contabilidad y optimizar la carga fiscal.
¿En qué consiste y por qué aplicarla?
La amortización es el proceso mediante el cual una empresa distribuye el coste de un activo a lo largo de su vida útil. Mientras que el método lineal asigna la misma cantidad cada año, la amortización degresiva permite aplicar una mayor deducción en los primeros años y reducirla progresivamente en los siguientes. Esto significa que puedes aplicar un esquema de amortización que concentre la mayor parte de la deducción en los primeros ejercicios, reduciendo así la base imponible del Impuesto sobre Sociedades en los primeros años.
Esta estrategia resulta especialmente útil para aquellas empresas que buscan mejorar su liquidez a corto plazo, ya que permite un mayor aplazamiento del pago de impuestos.
Sin embargo, esta opción no está disponible para todos los tipos de activos. Elementos como mobiliario, edificios o enseres deben amortizarse mediante el método lineal.
Los métodos de amortización degresiva disponibles.
Si decides optar por esta modalidad, existen dos sistemas permitidos por la normativa fiscal:
- El método del porcentaje constante, y
- El método de los números dígitos.
Ambos permiten una mayor deducción en los primeros años, pero funcionan de manera distinta. Es importante elegir el más conveniente para cada activo, ya que una vez seleccionado, no se puede modificar.
La amortización por porcentaje constante.
Este método aplica un porcentaje fijo sobre el valor neto del activo (en lugar de su coste original). Dicho porcentaje se calcula multiplicando el coeficiente de amortización establecido en las tablas fiscales por un factor de 1,5, 2 o 2,5, dependiendo de la vida útil del activo:
- Si su vida útil es inferior a 5 años, el coeficiente se multiplica por 1,5.
- Si es de entre 5 y 8 años, se multiplica por 2.
- Si es superior a 8 años, se multiplica por 2,5.
En cualquier caso, el porcentaje mínimo permitido es del 11%. Este sistema es más beneficioso cuando se busca reducir la carga tributaria en los primeros años y aprovechar al máximo el aplazamiento del pago de impuestos.
Los 2 métodos de la amortización degresiva para maximizar el ahorro fiscal.
La amortización por números dígitos.
En este caso, se asignan valores decrecientes a cada año de la vida útil del activo. Por ejemplo, si el activo tiene una vida útil de 10 años, se asignan los valores 10, 9, 8… hasta llegar a 1. Luego, se divide el costo total del activo entre la suma de estos números y se asigna cada fracción de forma proporcional.
Este sistema puede ser más favorable en ciertos casos, dependiendo de la combinación entre la vida útil del activo y el coeficiente de amortización aplicable.
Conclusión: ¿Qué método elegir?
Si tu empresa desea optimizar la gestión financiera y reducir la carga tributaria a corto plazo, la amortización degresiva es una excelente alternativa. Sin embargo, no hay un único método superior para todos los casos. Antes de elegir, es recomendable analizar la vida útil del activo y su coeficiente de amortización.
El método de porcentaje constante suele ser la mejor opción cuando el coeficiente de amortización es bajo, mientras que el sistema de números dígitos puede ser más eficiente en activos con coeficientes más altos.