Un heredero se plantea la decisión de renunciar a una herencia con el objetivo de que sus propios hijos (nietos de la persona que transmite su patrimonio) sean quienes reciban los bienes. Para renunciar a una herencia en favor de otra persona y evitar pagar impuestos de más, es necesario seguir un proceso cuidadoso.
1. La importancia de cómo renunciar a una herencia.
Para no caer en una situación fiscal desfavorable a la hora de renunciar a una herencia, el heredero debe evitar lo que se conoce como una «renuncia a favor de una persona determinada». Esto significa que, si en la escritura de renuncia se indica expresamente que los bienes se renuncian a favor de los hijos, la Agencia Tributaria puede considerar que hay dos transmisiones: la primera del causante al heredero y la segunda del heredero a sus hijos. Cada una de estas transmisiones generaría un pago adicional de impuestos.
Primera transmisión: herencia.
Si el heredero acepta la herencia (aunque sea de manera implícita al renunciar a favor de sus hijos), se considera que ha recibido los bienes del causante. Como resultado, deberá pagar el Impuesto sobre Sucesiones correspondiente a esta transmisión.
Segunda transmisión: donación.
Posteriormente, al renunciar a una herencia en favor de sus hijos, Hacienda interpretará esta acción como una donación. En este caso, el heredero deberá pagar el Impuesto sobre Donaciones por haber «donado» los bienes a sus hijos. Además, si los bienes consisten en propiedades o activos no monetarios que han aumentado de valor desde la muerte del causante, el renunciante podría verse obligado a declarar una ganancia patrimonial en su Impuesto sobre la Renta (IRPF), lo que incrementaría aún más su carga fiscal.
2. La solución: renuncia pura y simple.
Para evitar el doble pago de impuestos, el heredero debe optar por una «renuncia pura, simple y gratuita». Esto significa que, en la escritura de renuncia, debe limitarse a rechazar la herencia sin designar un beneficiario concreto. En este caso, los hijos pasarán a ser los herederos directos del fallecido (su abuelo), y cuando acepten la herencia, se producirá una sola transmisión: de los bienes del abuelo a los nietos. De esta manera, sólo se pagará el Impuesto sobre Sucesiones correspondiente a esta transmisión única.
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3. La sustitución vulgar en el testamento.
Sin embargo, antes de llevar a cabo una renuncia pura y simple, es fundamental revisar el testamento del causante. Este debe incluir una cláusula que contemple la «sustitución vulgar». Esta cláusula establece que, en caso de que el heredero renuncie, sus hijos (los nietos del causante) le sustituyen y heredan en su lugar. Sin esta disposición, la renuncia podría tener consecuencias indeseadas: la renuncia pura y simple podría impedir que los hijos del renunciante le sustituyan como herederos. En su lugar, serían los restantes herederos del causante, como los hermanos del renunciante, quienes se beneficiarían de la parte renunciada.
4. El parentesco y el Impuesto sobre Sucesiones.
En caso de una renuncia pura y simple con sustitución vulgar, el Impuesto sobre Sucesiones que deberán pagar los hijos dependerá del grado de parentesco que tengan con el fallecido. Cuanto mayor sea la cercanía familiar, mayores serán las reducciones aplicables. Por ejemplo, los nietos, como descendientes directos, pueden beneficiarse de mayores deducciones que otros familiares más lejanos.
En conclusión.
Renunciar a una herencia puede ser una estrategia efectiva para reducir el coste fiscal de una transmisión patrimonial, siempre y cuando se realice de la manera correcta. Para evitar tributar de más, la renuncia debe ser pura, simple y gratuita, y es importante que el testamento del fallecido incluya una cláusula de sustitución vulgar que permita que los hijos del renunciante hereden en su lugar. Si se siguen estos pasos, se podrá minimizar el impacto del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones y evitar duplicidades tributarias.